Queremos reconocer en estas palabras, el agradecimiento que tenemos hacia los jovenes y a los que no son tan jovenes... que aportan con su esfuerzo y desinterés en este trabajo tan hermoso que Dios nos ha puesto como desafío.
Día a día, generación tras generación, nacen niños que como una semilla, esperan ser alimentados con agua fresca e iluminados con los rayos del sol, para crecer fuertes, llenos de sueños y esperanza… Pero esta etapa tan hermosa de la vida, está siendo empañada por las corrientes tergiversadas de este mundo, droga, violencia, sexo, alcohol, satanismo, erotismo, etc. provocando la perdida temprana de los valores como: la autoestima, la pureza, o el amor.
Los niños de hoy, crecen agradados de la libertad que la calle les brinda, son fácilmente influenciables por las tendencias musicales, las modas y lamentablemente la droga, participan activamente en grupos de hombres y mujeres, les llama la atención fuertemente todo lo que el mundo ofrece como rebeldía. Consideran a las generaciones pasadas, como fuera de foco, por lo que no hay un respeto por las personas mayores y lo que representan.
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